Sábado 16 de julio, Parque O’higgins. 11 de la mañana.
Los dos equipos se dieron la mano, caminaron hacia sus lados del campo, intercambiaron miradas nerviosas y se pusieron en posición de arranque. El árbitro, con una sonrisa nerviosa en la cara, da la señal de prepararse a la partida. Lleva el silbato a su boca. Sopla, y una nueva era del Quidditch comienza en Chile.
16 de julio, 2014
Todo comenzó exactamente dos años atrás, cuando un grupo de desconocidos se junta una fría tarde de julio a practicar un deporte que no conocen, guiados por el gusto al mundo mágico creado por J. K. Rowling, las redes sociales, y curiosidad por entrenar este deporte bastante poco ortodoxo. Ese pequeño grupo fue la piedra fundante del equipo que un año después pasó a llamarse Santiago Snidgets.
Fue un comienzo marcado por la artesanía y la inexperiencia, todo hecho con más ganas que recursos, en un pequeño nicho bastante difícil de llenar. Pero luego de un año ya había un pequeño grupo consolidado, con un capitán a la cabeza y entrenamientos periódicos. Sin embargo, faltaba algo: un propósito. ¿Cómo pasar de ser un grupo de amigos que se juntan a divertirse a ser un equipo con miras a futuro?
La respuesta llegó de la mano de la Asociación Argentina de Quidditch y la invitación a participar de la Copa del Sur, a realizarse a fines del 2015 en Buenos Aires, Argentina. Al comienzo nos pareció una locura. ¿Cómo íbamos a competir contra equipos con años de experiencia sin hacer el ridículo? Tomar la decisión de ir no fue fácil. Era un sacrificio importante para varios de nosotros. Pero finalmente decidimos ir, y los entrenamientos se intensificaron. Llegamos a juntarnos tres veces por semana a practicar, invitar jugadores de handball (que no se demoraron nada en entrar en onda con el juego y ganar holgadamente), juntar peso a peso para viajar… y finalmente llegó el fin de semana de competencia.
Volvimos a Santiago con el gusto de romper los pronósticos y ganar dos de los cinco partidos que jugamos, sacando un cuarto lugar en la general y con la seguridad que podíamos hacer esto de algo más serio, más organizado. Comenzamos entonces a planificar el año 2016, con esta seguridad, y nos propusimos más proyectos. Primero, hacer un torneo de Quidditch 100% nacional. fueron emses de preparación, principalmente consiguiendo gente interesada en jugar. Demostraciones, redes sociales, convenciones de fanáticos, fondos concursables, ferias de iniciativas universitarias. Buscamos en todas partes hasta conseguir el piso de 30 jugadores y hacer un torneo de buena calidad.
15 de julio. Vemos todo armado para el otro día, y sólo podemos pensar: «Lo logramos».
16 de julio, Parque O’Higgins. 5 de la tarde.
Partido final, Urano contra Neptuno. El marcador va parejo y los buscadores se vuelven fundamentales. Tras una atrapada anulada, el partido está en su máxima expectación. Los buscadores batallan contra el snitch runner para terminar el partido. Doble pitazo, escobas abajo. Karl Hahn sostiene la snitch en alto, los jugadores exhaustos esperan expectantes. Los capitanes miran con impaciencia a los árbitros que deliberan el resultado. Suena el silbato, el partido termina, y el equipo Urano corre a abrazar a su buscador que cae rendido. Fue una jornada extensa de juego, todos estamos cansados, adoloridos, pero inmensamente felices. El primer torneo de Quidditch IQA del país había finalizado, y con eso se daba comienzo a otra etapa, otro proyecto. Tal como el fin de la Copa del Sur marcó el comienzo de la expansión del equipo, el fin del Torneo Solaris marca el comienzo de un nuevo proceso.
Futuro
¿La misión? Armar nuevos equipos a lo largo de Chile. Valparaíso y Temuco se están comenzando a organizar. En Santiago hay otro prácticamente hecho. De a poco la gente comienza a llegar, se quedan observando, primero divertidos y luego sorprendidos. Familias acompañan a sus jugadores a los partidos. Y así, de a poco, comenzar a dar a conocer esta actividad como más que un juego de fanáticos. Tenemos el sueño de armar la Federación de Quidditch, competir de forma organizada, y por qué no, algún día ir al campeonato mundial.
Muchos nos tildan de fanáticos, que esto no es un deporte, que el palito de mier** nos lo mandarían a guardar ya-saben-donde (true story). Que nos consigamos una vida, que estamos perdiendo el tiempo, se ríen mientras entrenamos… ya a estas alturas es casi entretenido recibir a los «haters». Como parafraseó Sergio Vodanovic, dramaturgo nacional recordando al Quijote y Cervantes, «Deja que los perros ladren… es señal de que avanzamos».
Y con la seguridad, confianza y ánimos de saber que estamos haciendo bien las cosas seguimos adelante. Próximo destino: Copa del Sur 2016, y quien sabe, quizás la Liga 2017 de Quidditch Chileno.